La Epistemología es una disciplina que desde sus orígenes ha resultado un poco extraña para los profesores y las profesoras y, cuando de ella se trata, la perciben y valoran con sospecha, quizás por aquella razón que ha hecho carrera en este mundo tecnológico, ingenieril e instrumental en que vivimos, de que lo válido es lo práctico, lo que se define en el actuar directo y de manipulación con la realidad y que lo demás es teórico, secundario y significa pérdida de tiempo.
De esta manera es como mucha gente ha aprendido a rechazar lo teórico o conceptual como si
fuera un conocimiento inútil o inoficioso que nada aporta para enfrentar los hechos, la realidad
concreta, los fenómenos de la cotidianidad y de los diferentes trabajos, entre estos el trabajo de la educación que se lleva a cabo en ambientes universitarios.
Desde esta óptica es como muchas personas y dentro de ellas muchos y muchas docentes pierden la oportunidad de comprender y conocer más a profundidad y realmente cómo son, cómo se originan y cómo se desarrollan muchos fenómenos de la realidad circundante que es necesario desentrañar para explicarlos, transformarlos si es el caso y darlos a conocer a otros, como es lo que debe ocurrir en el campo educativo y en el papel que aquéllos deben desempeñar como agentes principales de dicha educación.
Evidentemente, como lo señala Lewin: “Nada hay más práctico que una buena teoría” y como dice a la vez Politzer: “ No se puede ser solamente práctico (aunque se realice por rutina). No se puede ser únicamente teórico (aunque lo que se conciba sea a menudo irrealizable). Existe una relación entre teoría y práctica. Todo el problema consiste en saber cuál debe ser esa teoría y cuál su vinculación con la práctica”. 1
El conocimiento epistemológico, sin que se sea especializado o especializada en ello, es lo que le permite a un o a una docente tomar decisiones más seguras en el ámbito educativo, y desde luego en la vida, y así optar o por un enfoque, método y estrategia conductista, pragmatista, positivista, constructivista u holista y, así mismo, orientar de la mejor manera la calidad de los aprendizajes de sus alumnos y alumnas, cualquiera sea el ámbito en que estos ocurran o se desarrollen.
Aquí viene muy a propósito lo que Sánchez primero, y luego Kinsley, afirmaban. El primero señaló que: “....quiéralo o no, desde el momento en que el maestro enseña algo, ya ha adoptado, racional o inconscientemente, por algunos principios orientadores en torno de la naturaleza del aprendizaje. La forma en que se enseña implica la adopción de una psicología del aprendizaje”. 2
Para enseñar y orientar el aprendizaje en términos o dimensión más apropiada, en la educación rural y en todas las demás, desde luego, el docente debe saber qué y cómo enseñar, siendo el qué, en donde la epistemología entra a actuar y, el cómo, se reserva o responde más al ámbito de las estrategias, de las metodologías y de las técnicas, sin que aquella no tenga también alguna presencia en éstas.
En el qué enseñar, surgen unas preguntas a cuya respuesta ayuda la epistemología para tomar las mejores decisiones: ¿Qué enseñar? Aquí, por ejemplo, debe surgir la inquietud de qué validez ante el conocimiento y su utilidad actual y a futuro tiene dicho conocimiento.
miércoles, 9 de junio de 2010
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