Desde el punto de vista dialéctico, el currículo todavía es un proyecto y no está claramente definido. Desde nuestro punto de vista curricular, diríamos que el currículo no debería ser definido exclusivamente como proceso de selección de cultura, sino también como proceso social que produce cultura. Es una selección de lo socio-cultural. La cultura es el producto del trabajo humano, producción que implica fuerza de trabajo, organización social para el trabajo y medios de produc-ción (recursos financieros, propiedad, técnica, etc.).
Un currículo dialéctico tendría que ser la planificación de todo un proceso educativo al servicio de una sociedad, más que de una cultura. Toda sociedad tiene una cultura, pero es prioritariamente sociedad. La sociedad produce cultura y la planificación educativa está al servicio de esa producción. Por eso, la formulación curricular debe incorporar, con toda seriedad, un estado de la situación socioeconómica que es el que explica todo diagnóstico cultural. Si ese diagnóstico no se da, difícilmente se podrá educar para el trabajo, para el comercio y para el consumo de una forma crítica. De nada sirve hablar de una educación socialmente productiva si esa educación no se ubica en el contexto económico-social, en un sistema social. Por estas mismas razones, el currículo deberá plantear un pronóstico (un proyecto) del tipo de sociedad que está construyendo, del tipo de sociedad para el cual está trabajando y el tipo de cultura al cual está poniendo sus servicios. Si su trabajo está al servicio de la transformación y la superación de los problemas sociales y vitales del pueblo, no está para perturbar esos problemas.
La programación curricular deberá tomar en cuenta los objetivos finales de un pueblo que está en marcha para resolver sus propios problemas desde sus pro-pias posibilidades, su propia cultura, su propia producción, sus propios recursos, su propia idiosincracia, su propia identidad. Los contenidos no pueden ser extra-ños a su realidad. Su método tendrá que ser altamente crítico, dialéctico en el sentido que tiene que incorporar sus contradicciones: lo positivo y lo negativo, lo que nos enorgullece y lo que nos avergüenza, lo que tenemos y lo que no tene-mos y porqué no lo tenemos. La evaluación tendrá que ser franca, social y auto-crítica.
En síntesis, un currículo dialéctico deberá tener como propósito general cultivar un pensamiento crítico, creador y transformador, aprovechando todo recurso local y también externo, los recursos tradicionales y los recursos científicos contem-poráneos, pero conscientemente, no en forma mecánica. El profesor no se carac-terizará por ser dogmático, autoritario, sino democrático y liberador, sus conceptos no serán concluyentes sino propuestas provisionales, sujetas a la crítica de los estudiantes. Los estudiantes habrán de ser autocríticos, frente a los análisis de los profesores, y al trabajo de sus propios compañeros y compañeras. Este currículo deberá conducir a la búsqueda de nuevas vías y nuevas formas de estudio, vías y formas que han de responder a la idiosincracia nacional. Se utilizarán métodos de acción, reflexión e investigación que refuercen la búsqueda científica, la creación, además de la explicación. La teoría no deberá estar divorciada de la práctica, ni la ciencia alejada de la realidad.
miércoles, 9 de junio de 2010
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en un país como el caso nuestro requerimos construir una proyecto educativo acorde a nuestra realidad para salir del subdesarrollo y cambiar su concepcion de pensar a nuestros hermanos para romper la dependencia economica, politica e idologica.
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